sábado, mayo 14, 2011

Peripecio está damnificado.

Don Peripecio estaba en Concepción de vacaciones de verano, cuando vino el remezón, el piso de su habitación se desplomó y el consiguió agarrarse de una gruesa manguera, no se sabe de quién o de qué, pero sobre ella, quedó sentado como en un trapecio, balanceándose en el vacío. El ruido era tremendo, sonaban los vidrios al romperse, los fierros al retorcerse, el polvo llenó la habitación. Luego se sintió un olor a huevo podrido, podría ser gas…
-Guau! - Pensó – hasta aquí llega mi vida, ojala Dios haya perdonado todos mis pecados y me reciba del otro lado… Y rezó.
- Diosito si me salvo de ésta, te juro que iré a la Iglesia todos los domingos, seré un hombre ejemplar, no me reiré mas de mi Jefe por Macabeo, no le mentiré a la Bruneta ni a nadie, Señor! Mas aún, dejaré el copete!
-Luego suplicó por la vida de sus seres queridos, Dios mío ayúdalos…
Y venían las replicas, con cada una de ellas, parecía que su trapecio se estiraba y se balanceaba aun mas.
En la oscuridad total, sus sentidos se agudizaron, logro identificar una escala a su lado, que parecía la escala de Incendio más allá del pasillo. Nunca antes la había visto, porque, cada vez que era necesario, el subía y bajaba por el ascensor.

Se movió de nuevo su improvisado trapecio y escuchó voces gimoteando, también llantos y a él no le salía el habla. Hizo un esfuerzo y gritó, ¡auxilio estoy aquí arriba! ¡Ayúdenme, por favor! Nada.

Entonces el “trapecio” se cortó en uno de sus lados y se agarró con fuerza del otro que aun colgaba, no sabia de que…, se cayó uno de sus zapatos y con ese pie, palpó una base de apoyo a la izquierda. Había alcanzado la escalera de incendio y la bajó corriendo como pudo, hasta llegar abajo…

Como llegó a Santiago una semana mas tarde, no sabía decirlo, como en una pesadilla, los detalles eran medios difusos, estaba como petrificado. Aun así, seguía como siempre trabajando, a cargo de las compras de la empresa y su jefe le encargó los amortiguadores del furgón viejo, un Mitsubishi L - 300

Se fue directo a la calle Brasil y entró a un local que ya conocía y que ahora además exhibía el logo de Carep en su puerta, lo que duplicaba sus posibilidades de éxito,

Un vendedor de delantal blanco, aumentaba aun mas sus expectativas, con lápiz en mano cual bisturí, mostró a Don Peripecio, 2 versiones de lo que el necesitaba, un amortiguador de la Mitsubishi, original, fabricado en Japón

- Lea aquí Señor- y apuntaba con el lápiz- en esta etiqueta con borde rojo…, este es el original, el mismo que tenía su utilitario, cuesta $83.730. ¿Se lo lleva?


-Chhist, ¿no tiene algo más baratito?, necesito el izquierdo y el derecho…- replicó Don Peripecio-





No le gustó nada la pregunta al vendedor, los $ de sus ojillos parecieron achicarse…
-Pero sin chistar sacó esta vez una cajita azul que decía KYB Premium, made in Japan, $20.430...
-… ¡plop! - Exclamó Don Peripecio- es igualito al otro, incluso dice en el fierro KYB igual que en el que me mostró primero!.. Lo único que cambia es el envase, y la etiqueta.
¿Puedo tomar unas fotitos con mi Celu? Para mi jefe…, por favor


De vuelta en la oficina, los hombres apostaban acerca de las fechas de los últimos terremotos en Chile desde 1900, la apuesta eran 15 lucas, como siempre ganó Don Peripecio, porque era el mas docto del grupo, pero a la hora de cobrar su premio, una vez mas el grupo le había tomado el poco pelo que le quedaba…
-Ya pos cabros, pásenme las 15 lucas que me gané en la apuesta, voy a salir a tomarme unos copetes, para pasar el susto!
-No es posible que te paguemos, porque “la luca” no existe como moneda, rieron todos.

-Plop! – meditó Don Peripecio- Aun en la tragedia el chileno es picarón, como aquel Alcalde que por las noches, junto al fogón, les contaba historias subidas de tono a los damnificados de su pueblo, para que al menos, se pusieran coloraditos.









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